lunes, 3 de diciembre de 2012

Historia en una taza de café




Quién sabe si en la misma silla que estamos ocupando pudieron estar sentados escritores como Camilo José Cela o Alejandro Casona. Quién sabe si el aire que se respira en el ambiente albergó en su día tertulias artísticas y políticas de una época convulsa.
Realmente merece la pena pisar durante un rato el suelo que pisó Ramón y Cajal y disfrutar de la fragancia a café que comenzó a inundar el madrileño Paseo de Recoletos a finales del siglo XIX.

Estamos hablando, como no podía ser de otra forma, del famoso Café Gijón, fundado el 15 de mayo de 1888 por un asturiano afincado en Madrid. En su interior, el cual tiene un aforo para unas 35 o 40 personas, podemos observar un acogedor decorado a base de mesas de mármol negro contrastadas con el granate de los sillones. Además este histórico café cuenta también con una terraza que permite disponer de vistas a una de las calles más bonitas de Madrid.
El establecimiento hace las veces de restaurante ofreciendo grandes variedades que albergan desde desayunos madrileños basados en chocolate y churros entre otras opciones, comidas con recetas tan tradicionales como unas croquetas de jamón o unos calamares hasta llegar a platos algo más innovadores como una ensalada de aguacate y langostinos.
La oferta consta además de una selecta carta de vinos que harán una pareja perfecta con los platos seleccionados.
Existe también la posibilidad de adquirir una serie de libros o de souvenirs con precios que oscilan entre los 3 euros y los 30 lo cual se debe al carácter turístico que tiene el establecimiento.
Los clientes podrán realizar reservas y consultas tanto por teléfono como accediendo a la página web de la que dispone el café.
En 2008 el Café Gijón recibió por parte del Ayuntamiento de Madrid un reconocimiento por ser un comercio centenario, lo que se refleja en una placa que situada en la fachada diseñada por Antonio Mingote.
Tan importante ha sido este establecimiento que incluso algunos de los escritores más renombrados hicieron referencias al mismo dentro de sus obras literarias. Este es el caso de Francisco Umbral que en su libro "La noche que llegué al Café Gijón" (1980) habla sobre la situación de este en la década de los 60 y los 70.
Os presentamos de esta forma una parada obligatoria, un rincón especial situado en medio del alboroto de la ciudad, una manera de trasladarse a la vida bohemia de los grandes. Todo ello es posible aquí, en un café que ha mantenido entre sus paredes la cultura y la lógica incluso en las épocas más complicadas que ha vivido nuestra antigua ciudad.

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